Transición energética en Latinoamérica

América Latina es una región con un enorme potencial para aprovechar las energías renovables y contribuir a la mitigación del cambio climático. Según un informe de la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA), la región podría incrementar su capacidad instalada de energías renovables en más de un 460% para 2030, pasando de 247 gigavatios (GW) en 2018 a 1.387 GW en 2030. Esto supondría un ahorro de 310.000 millones de dólares al año en costes de combustibles fósiles, una reducción del 21% en las emisiones de gases de efecto invernadero y la creación de más de tres millones de empleos.Para lograr este escenario, América Latina debe enfrentar tres grandes desafíos:

1. Ampliar y diversificar la matriz energética

Aunque América Latina ya cuenta con una alta participación de las energías renovables en su matriz energética, el 65% proviene de la hidroelectricidad, que es vulnerable a los efectos del cambio climático y a los conflictos sociales y ambientales. Por ello, es necesario ampliar y diversificar la matriz energética con otras fuentes renovables, como la eólica, la solar, la biomasa y la geotérmica, que tienen un gran potencial en la región. Según el informe de IRENA, la capacidad instalada de energía eólica podría pasar de 25 GW en 2018 a 160 GW en 2030, la solar fotovoltaica de 7 GW a 238 GW, la biomasa de 14 GW a 49 GW y la geotérmica de 0,6 GW a 4 GW.

2. Fortalecer la integración regional y la cooperación internacional

La integración regional y la cooperación internacional son claves para aprovechar las ventajas comparativas y complementarias de los recursos renovables de cada país y para mejorar la seguridad y la eficiencia energética. Existen iniciativas como el Sistema de Interconexión Eléctrica para América Central (SIEPAC), que conecta a seis países centroamericanos, o el Proyecto Mesoamérica, que busca integrar a México, Centroamérica y Colombia. Sin embargo, se requiere una mayor inversión y coordinación política para consolidar estos proyectos y ampliarlos a otros países y subregiones.

3. Impulsar la transición justa y la participación social

La transición hacia las energías renovables debe ser justa y participativa, es decir, debe garantizar que nadie se quede atrás y que todos los actores sociales tengan voz y voto en el proceso. Esto implica promover la equidad de género, la inclusión de los pueblos indígenas y las comunidades locales, la protección de los derechos humanos y laborales, la educación y la capacitación, y el desarrollo de cadenas de valor locales. Asimismo, implica fomentar la generación distribuida y el autoconsumo, que permiten a los usuarios producir su propia energía renovable y reducir su dependencia de las redes eléctricas.

América Latina tiene una oportunidad histórica para liderar la transición energética mundial y convertirse en un referente de desarrollo sostenible. Para ello, debe aprovechar su enorme potencial de energías renovables y superar los desafíos que se le presentan. Solo así podrá lograr un modelo energético más limpio, más barato, más seguro y más inclusivo.

 

Basado en el artículo: https://elpais.com/america-futura/2023-03-10/el-enorme-potencial-de-las-energias-renovables-en-america-latina-pueden-incrementar-mas-de-460-para-2030.html

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